Varia imaginación | Sylvia Molloy
Ficha técnica
Título: Varia imaginación.Autora: Sylvia Molloy.
Editorial: Beatriz Viterbo.
Formato: Tapa blanda.
Año de edición: 2003.
Páginas: 105.
Sinopsis
Reliquias, restos, ruinas del pasado, esos momentos últimos de los que ya nadie más podrá dar testimonio, son, en el mundo de Sylvia Molloy, el punto de partida de la ficción como último avatar de la autobiografía.En Varia imaginación circulan historias —propias o apropiadas— linderas del testimonio, del relato de viajes, de la genealogía o de la reflexión. Cada una trae una imagen del pasado (el saber de una madre o su voz, la ética marmórea de las últimas palabras adjudicadas a un héroe, los adioses a un padre o a una casa, la muerte de una hermana...), que al ser interpelada por otras, oscilantes entre la ruina y la reliquia, pero también entre el malentendido y la repetición involuntaria de una manera del decir, de una escena, de un verso o de un gesto, reescriben la memoria y la vuelven cada vez más frágil, más precaria, y, como todo retorno, incuestionablemente incierta.
Opinión personal
Desde los márgenes penumbrosos del canon literario argentino, centellea titilante Varia imaginación, libro que, para mi sorpresa, ha permanecido —por algún misterioso motivo— solapado dentro de la producción de Sylvia Molloy. Mezcla entre autobiografía y puros juegos de invención, es un texto breve que nos absorbe en su lectura y no nos suelta hasta cerciorarse de que lo hemos devorado de un tirón.
El núcleo que sostiene este conjunto escueto de páginas (no por escasas, menos intensas) es una insistente reflexión en torno a la fragilidad. La precariedad del yo que narra tiene que ver tanto con cuestiones temáticas como formales: recuerdos dispersos y fragmentados de una patética intimidad (sobre todo, familiar) que, enfocados desde la propia mirada y distorsionados a través del lente ficcional, se vuelven materia de escritura; el revoloteo constante y obsesivo de la muerte y la enfermedad; la (des)ubicación de esta primera persona en la errancia del exilio y su consiguiente puesta en tensión de la lengua. Todo se vuelve huidizo y maleable.
Tomando el pasado como punto de partida, se habla desde un lugar siempre móvil que habilita entretejidos entre lo visto y lo imaginado, exhibiendo deliberadamente el vaivén de las costuras frente a los ojos de quien lee. El texto está plagado de lagunas, baches o imprecisiones por doquier (“eso dicen”, “creo recordar”, “no sé bien de qué”). La pretensión última detrás de esta operación es dejar expuesta la artificiosidad de la memoria, su condición de construcción hipotética más o menos cercana a la realidad, su vaguedad e inexactitud. Asimismo, en este proceso de revisitar el recuerdo atando cabos, la invención (literaria) cobra un papel central: “He cambiado detalles, he inventado otros, he añadido un personaje. La ficción siempre mejora lo presente” (97).
El enorme peso otorgado al vagabundeo caprichoso de la “varia imaginación” se vincula estrechamente con la aparición en escena del linaje materno:
De esta manera, a partir de un abordaje metaliterario, estas líneas pueden ofrecer una rica clave interpretativa para todo el libro: mediante la repetición (¿inconsciente?) del acto de la madre, este sujeto fragmentado hila múltiples historias sirviéndose de la memoria y la ficción. Pero esta herencia, esta cita “involuntaria” (aspecto que yo pondría en duda), no es algo que se adopte sin resistencia; antes bien, todo lo contrario:
Paralelamente, como ya hemos mencionado, la condición precaria de la voz narrativa es resultado de la abyección de lo inenarrable, la latencia acechante del cuerpo enfermo y el incesante sobrevuelo del cáncer, “dolencia a la que, en mi casa, sólo se aludía con rodeos” (90):
La fragilidad de este yo deteriorado en Varia imaginación es acentuada y llevada al límite con la extranjería y el desarraigo inherente a todo exilio. Desde un entre-lugar difuso y nebuloso, escindido entre Nueva York y Buenos Aires, el sujeto narrativo construye un espacio cifrado a través de su experiencia más íntima y personal de la nostalgia del ayer:
Escenas caleidoscópicas de un pasado deshilachado, retazos de una memoria desfallecida y enclenque, recuerdos enhebrados con el pespunte de la ficción. Varia imaginación es un “desorden costurero” de flashbacks que se yuxtaponen aleatoriamente a través del filtro deformante de la propia mirada y las elaboraciones juguetonas de la fantasía, dando como resultado un relato desolador y melancólico de un ayer que no ha de volver.
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