La Biblioteca Roja, brevisima relacion de la destruccion de los libros

Ficha técnica

Autores: Tomas Alzogaray Vanella, Gabriela Halac y Agustin Berti (con textos de Dario Alzogaray y Liliana Vanella)
Editorial: DocumentA/Escenicas (Córdoba, Arg.)
Páginas: 142

Sinopsis

"La biblioteca roja" es una experiencia interdisciplinaria que aborda la recuperación de la memoria de una biblioteca enterrada en Argentina en la última Dictadura Militar. A partir de un trabajo de recuperación de testimonios, este proyecto artístico emprende la primera exhumación realizada en Argentina de una biblioteca enterrada en la década del ´70. El proyecto revisa y resignifica el rol del pensamiento, los libros y los alcances de la violencia en el plano de la vida cotidiana. Cruzando la crónica, la poesía, el dibujo, la fotografía y la antropología forense, el proyecto toma la forma de libro, exposición e investigación.

http://cepia.artes.unc.edu.ar/2018/05/29/la-biblioteca-roja/

Opinión personal

Para los lectores maniacos hay libros que tienen un valor especial, casi inclasificable. Los libros se impregnan de un sentimiento, del momento en que los leímos. Son historias mínimas, individuales. También hay momentos históricos especialmente dramáticos donde los libros representan otros valores. Los procesos dictatoriales latinoamericanos, en general, prescriben la vida cultural estableciendo fronteras entre lo que es posible y lo que no, además de indicar el largo del pelo de los hombres y del vestido en las mujeres, las dictaduras ordenaron lo que podemos usar en la calle, ver en la tele, por dónde pasear y a qué hora. Los libros no son la excepción. Por el contrario. La quema de libros es una práctica de antigua data que parece anunciar el comienzo de algo peor.

El caso de este texto: la odisea de la familia de Dardo y Liliana comenzó cuando debieron exiliarse a México durante la última dictadura militar argentina en el ’76, aunque la peligrosidad ya se sentía desde antes con las patrullas militares deambulando por la calles de Córdoba capital. Palpitando el ambiente complicado y con intención de salvaguardar su biblioteca construyeron un pozo de cal entre los pinos del jardín. Envolvieron cada ejemplar con plásticos de diferentes colores con la esperanza de recuperarlos en algún momento. Lamentablemente cuando volvieron, ya con dos hijos crecidos, no sabían dónde cavar y, después de muchos intentos fallidos, encontraron un par de hojas totalmente destruidas e ilegibles. Era demasiado para soportar en ese momento y decidieron abandonar la búsqueda.

Años después, el primer hijo de la pareja, Tomás Alzogaray Vanella, se interesa en la historia y contacta a Gabriela Halac, que ya tenía un recorrido propio en la temática de la memoria y que, además, había visto a su padre quemar la biblioteca en el porch de su casa cuando era una niña.

Parece que en los años de dictadura tener libros era una cuestión de cuidado y los lectores debían decidir entre guardar o quemar. En el primer caso, había que tener espacio y saber en quién confiar; en el segundo, la discreción era esencial, ya que la combustión atraería sospechas.

El proyecto de búsqueda y recuperación de esas obras recibió financiamiento y empezaron los trabajos de excavación a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense, ampliamente reconocido en el mundo.

Se puede decir entonces que a partir de la biblioteca (des)enterrada se entrelaza la historia de Dardo y Liliana con la de Agustín, Gabriela y Tomas. Aquí se da cuenta de esa experiencia. Ensayo o dossier inclasificable en su género. Se trata de un relato coral que incluye entrevistas de la pareja y los textos académicos y poéticos de Gabriela Halac y Agustín Berti.

“La historia de las cosas es también una historia de violencias (...) Así como la memoria y el pensamiento se constituyen a partir de olvidos y recuerdos, la cultura se edifica sobre la destrucción y la preservación de distintos artefactos”- Berti

Se suman a ellos, voces de profesionales en la conservación de papel, de antropólogos y químicos de suelos, entre otros.

“Excavar la biblioteca significó desde un primer momento el encuentro con una experiencia nueva, impensada. Significó tratar esos libros como cuerpos. Exhumar la biblioteca de una persona es, en última instancia, similar a desenterrar los restos de alguien que eventualmente ‘desapareció’: tanto huesos como los libros nos hablan de alguien, de una identidad compleja, emocional, política y social”, sostiene Ana Sánchez, antropóloga forense.

Además de definiciones y extractos de intelectuales varios, se encuentran las fotografías de cada libro tal como fue encontrado, junto con su correspondiente ficha de catálogo.

“La lengua nos indica de manera inequívoca que la memoria no es un instrumento para conocer el pasado, sino sólo su medio. La memoria es el medio de lo vivido, al igual que la tierra viene a ser el medio en que las viejas ciudades están sepultadas. Y quien quiera acercarse a lo que es su propio pasado sepultado tiene que comportarse como un hombre que excava”, recuerda Halac a Benjamin.

En el texto se repone la labor interdisciplinaria y las colaboraciones y aportes de distintos campos, que constituyen una mirada particular sobre un mismo resto o testimonio y de los hechos que lo atraviesan. Pone en tensión lo que se destruye y lo que se preserva, la memoria y el olvido, el status del cuerpo y el libro. Revuelve todo, te expone la piel.

Algunos videos del registro: Nº1, Nº2, Nº3.





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