Prontos, listos, ya | Inés Bortagaray

Editorial: Criatura Editora
Fecha de publicación: 2019
Páginas: 68

Primera edición por "Artefato": 2006

Sinopsis

Un viaje a la playa narrado desde el asiento de atrás del auto familiar se vuelve un paréntesis en el espacio y en el tiempo. La mirada de la niña, la hermana del medio, se vale de esta brecha para desplegar sus discurso, magnético como la cinta en que están fijadas para siempre las sensaciones de la infancia.


Opinión personal

Este libro, el primero de la autora, me trae los olores y sensaciones del verano, algo de lo mundano y de lo chico.

La premisa es bien sencilla: un viaje familiar en auto. El destino: la playa, presentada como una ensoñación que se alarga tanto como el camino. El texto se edifica a partir del discurso de una niña, que como ella misma admite se ha hecho “especialista en mirar por la ventanilla desde mi lugar del medio”.

Como ese dulce que explota y pica la lengua, este es un texto breve pero poderoso. Después de leerlo, empecé a buscar comentarios del libro, y entre tanto y tanto me encontraba con la misma frase: “me transportó a mi infancia”, (palabras más, palabras menos). Si bien parece sencillo, la capacidad de tocar a cada lector dentro de su memoria habla de un verdadero logro de la autora. No necesita recurrir a infantilismos, sino que se acerca a un universo, un ambiente y una forma de pensar en presente (el de la niña) y también en pasado (nostálgicamente desde el recuerdo, el de los lectores). Podemos suponer por la mención de los programas de Meteoro y Heidi, y por una casual mención a la Guerra de Malvinas, que se trata de una niña en los '80 que busca héroes en las filas de personas que piden democracia en las plazas de Uruguay. Aunque muchos de los que hoy la leemos no vivimos ese período, se entrelazan modos de la niñez “universales”: las peleas entre hermanos, los chistes que a medias se recuerdan, los juegos. La inocencia y la temeridad. Este tipo de procedimiento permite rever procesos históricos intensos y significativos, y muchas veces trágicos, desde una nueva perspectiva. Se trata de una operación que en los últimos años se ha popularizado, desde el caso “Infancia Clandestina”, en Argentina y ahora con la producción de "Derry’s Girls", una serie británica, que cubre la vida de unas adolescentes en el conflicto de Irlanda del Norte en los ’90.

Otro recurso interesante es cómo se mezcla la realidad adulta con el divague poético, a modo de sin sentidos o sentidos mágicos, con humor y ligereza.

“El locutor de la voz grave me da dolor de barriga. Me da miedo cómo habla; habla de arancelarios. Pienso en los arancelarios: una tribu de aborígenes arancelarios baja corriendo por la colina de un cerro parecido a estos de las siluetas en la sombra desde la ruta. Los arancelarios bajan corriendo golpeándose la boca con las manos y gritando como unos feroces. Mi hermano le tira una flecha al jefe de los arancelarios y le da en la frente”.

El principio del libro es una muestra del ritmo frenético característico de la voz única de la protagonista, pero también de su lucidez:

"Veo un poste que pasa y se va hasta que veo otro poste que pasa y se va pero nunca se va del todo, porque en la ida queda la estela. La estela es el poste en movimiento, el poste corrido, barrido, continuado en un línea de postes fantasmas que se paran entre poste y poste verdadero. El verdadero se continúa en varios fantasmas hasta que otro verdadero anuncia que hay algo real, después de todo."

Al final, nuestra protagonista devenida amiga nos dice “me horrorizo de mis pensamiento. Perdón.”, no nos queda más que abrazar aquello que nos regaló y guardarlo entre los souvenirs; junto con las pulseras de la amistad, tarjetas, pedazos de dientes, piedras preciosas y fotos, que nos devuelven aquellos momentos que perdimos en el camino.



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