El día que dejo de nevar en Alaska | Alice Kellen

Ficha técnica

Título: El día que dejó de nevar en Alaska
Autora: Alice Kellen
Editorial: Titania
Formato: Tapa blanda
Páginas: 348

Sinopsis

Un chico con el corazón de hielo.
Una chica que huye de sí misma.
Dos destinos que se cruzan.
Heather cree que solo hay tres cosas que sabe hacer: atraer problemas, salir huyendo y correr. Así es como termina en Alaska, en un pequeño pueblo perdido, trabajando de camarera mientras intenta llevar una vida nueva y tranquila. Su único problema es que uno de los dueños del restaurante parece odiarla y que ella nunca antes ha conocido a nadie que despierte tanto su curiosidad. Nilak es reservado, frío y distante, pero Heather puede ver a través de todas las capas tras las que se esconde y sabe que en ocasiones hay recuerdos que pesan demasiado; como los de sus propios errores, esos que intenta dejar atrás.
Pero, a veces, la vida te da una segunda oportunidad.
La nieve empieza a derretirse.
Y todo encaja.

Opinión personal

El día que dejó de nevar en Alaska llego a mis manos gracias a una recomendación de Laia Soler, una de mis escritoras españolas favoritas. En cuanto leí la sinopsis sentí la imperiosa necesidad de leerlo. Le agradezco infinitamente que lo haya recomendado. Me faltan las palabras para explicar lo mucho que este libro me hace sentir, espero poder transmitirles algo todo eso.

Esta novela cuenta con una narración intercalada, con esto me refiero a que tenemos un relato principal y un relato secundario en forma de diario íntimo.

En el relato principal, Heather nos cuenta su llega a Inovik Lake como un intento de huida de los todos los problemas que la persiguen. A poco de llegar, y mientras intenta encontrar la cabaña que había alquilado, un perro la tumba. Momento en que nace un vínculo mágico e irrompible entre Caos, el perro, y Heather. Se convierte en su más leal compañero y protector, llenándola de amor y aceptación incondicional. Cualquiera que haya tenido un perro se podrá sentir identificado con estas maravillosas escenas.

“Todos los que tenemos un corazón que late y siente, tenemos también defectos. Son cosas que van de la mano” pág. 37

Junto con Caos llega su dueño o criador, John. Este hombre un poco cascarrabias será su vecino y, gracias a su consejo, conseguirá un trabajo en el bar del pueblo. Ahí conocerá a Seth y a Nilak; mientras que el primero es todo amabilidad y transparencia, el segundo es misterioso, taciturno y tan malhumorado que raya lo descortés.

“Existen muchos tipos de tristeza: está la que va acompañada de dolor, la que se esconde tras la rabia, la que simplemente aparece un día y se queda y no sabes por qué ni cómo, y la tristeza por amor, que es muy extraña, porque estar deprimido por algo tan bonito es un sentimiento complejo y difícil de manejar” pág. 219

En la segunda, nos encontramos con las entradas de un diario de una joven llamada Annie que nos cuenta (o se cuenta) como conoció a Keyden, el chico que le robó el corazón desde el primer momento en que lo vió. Dejo que sea ella misma la que les cuente la historia de su gran amor.

“Es vértigo. Es estar en el filo de un acantilado, mirando hacia abajo, decidiendo si te atreves a precipitarte al vacío o das un paso atrás y regresas a la seguridad, a tu confortable existencia sin sobresaltos” pág. 214

No hay mucho que pueda decir de la novela sin contarles datos sumamente importantes. Lo que puedo decirles es que es una trama sumamente cuidada, de desarrollo lento para que cada personaje pueda ser introducido y desarrollado apropiadamente. Debo admitir que esta es una de las cosas que me gustó. Los personas están sumamente bien armados y presentados, sus historias están bien introducidas y son coherentes con la trama. Sus evoluciones son lentas y acordes a los acontecimientos. Incluso los personajes más misteriosos y reservados cobran sentido cuando llegamos al final de la novela, al menos si somos atentos.

“La oscuridad puede ser superficial y no siempre es mala, a veces lo bueno se protege tras ella. Es un recurso lícito que muchas personas usan porque necesitan sentirse seguras, resguardarse del resto del mundo” pág. 227

En lo personal, me costó bastante leer los diarios de Annie ya que me identifico más con la personalidad de Heather, y por lo tanto me chocaba un poco su personalidad. Pasamos de una joven bastante pesimista y con poco autoestima, a una adolescente feliz y con una gran confianza en sí misma. Pero creo que es sumamente rico tener, en el mismo libro, ambos extremos y ver cómo estos se evolucionan. Rescato, principalmente, la capacidad de la autora para crear personajes tan disímiles que encajen tan bien dentro de la misma narración.

“Sé lo que es estar roto por dentro en pedacitos muy pequeños. Y sé lo que es pensar que nunca conseguirás unirlos y sentirte entero de nuevo” pág. 98

La trama está tan bien desarrollada que cada pequeña cosa parece tener sentido. Alaska, sus habitantes, sus deportes y su lenguaje se entrelaza con la trama de una forma maravillosa que te deja con ganas de estar ahí con ellos y poder ver lo que ellos ven, más allá de que yo ame el invierno.

“Quizás es así, quizás la vida es como un libro en el que hay que ir pasando páginas, tropezando, aprendiendo, encontrando…” pág. 81

Finalmente, detengámonos un minuto para admirar la bellísima portada de este libro. Con sus tonos acuarelables entre violetas, rosas y el celeste de los ojos. Yo, con mis teorías locas y queriendo ver todo en sincronía, creo que el efecto de acuarelas se puede asociar al significado del nombre que le asignan a Heather y su efecto en esa congelada Alaska.

“Ojalá pudieras verte tal y como te vemos los demás” pág. 127

En definitiva, El día que dejó de nevar en Alaska es una hermosa y atrapante novela de superación personal de tres personas rotas a su propia manera, en un lugar tan particularmente bello como Alaska. Seguir adelante a pesar de todo (incluso de nosotros mismo), las segundas oportunidades y la posibilidad de redimir o, al menos, de perdonarte son temas que la autora abarca en esta novela.

“Algunas personas se cierran tanto en un momento determinado que luego olvidan cómo volver a abrirse a los demás; se vuelven herméticas, necesitan protegerse porque en el fondo tienen mucho miedo o sienten dolor” pág. 50



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