Conjunto vacío | Verónica Gerber Bicecci

Ficha técnica

Editorial: Sigilo
Páginas: 203
Año de publicación: 2017
129

Sinopsis

“Para olvidar a alguien hay que volverse extremadamente metódico”, dice Verónica, la inolvidable protagonista de esta novela, una artista visual mexicana, hija de exiliados políticos argentinos. Luego de una ruptura amorosa, Verónica regresa al departamento que alguna vez compartió con su hermano y del que un día su madre desapareció en forma misteriosa y repentina. Perdida entre la soledad y el vacío, sabiéndose “una compiladora de historias irremediablemente truncas”, se dedica a contarse y a contar su propia vida, en desorden, como no puede ser de otra manera. Ahí donde las palabras no alcanzan, recurre a dibujos y a diagramas extraídos de la teoría de conjuntos para explicarse los cabos sueltos: el amor y el desamor, las consecuencias del exilio, las raíces familiares, los ciclos vitales, las nuevas relaciones, todas las personas del pasado y del presente que se intersectan en los múltiples pasajes de esta historia.

Narrado con una voz de una hondura conmovedora que no excluye el humor y el desenfado, Conjunto vacío sorprende en cada página tanto por su belleza e inteligencia como por su gracia formal. Un libro concebido como pieza de arte visual que renueva como pocos el panorama de la narrativa latinoamericana contemporánea. (Contratapa)

Opinión personal

“¿Cómo fue que llegamos a aquí, a este punto?” Así abre uno de los primeros fragmentos de la novela y creo que funciona como interrogación para todo el texto, en su conjunto, trenzando la instancia del pasado y el presente. Derrumbando la memoria.

El libro se comprende de  pensamientos, mensajes y dibujos de Verónica, alter ego de la autora y protagonista, en formato de diario íntimo en primera persona. El rompimiento con su pareja, Tordo, parece desencadenar preocupaciones y miedos enterrados con el tiempo, que ahora luchan por encontrar en la narradora un eco. Se ahonda en su pasado, en la historia familiar y el raigambre político y social de Latinoamérica en los '70. 

Como leemos en la sinopsis Verónica se encierra en el bunker, su casa familiar, que comparte con su hermano, y por donde vaga el fantasma de su madre, más que el fantasma, su esencia. Desde allí se embarcará en empresas más o menos delirantes como encontrar una manera de medir el tiempo, a partir del piso de madera, es decir, a partir de los suaves anillos que rememoran el viejo status de árbol; mientras se dedica a remover el archivo de una artista plástica, como para ganarse unos mangos, ya retirada y exiliada de Argentina.Similar a un trabajo arqueológico, se ve reflejada su propia historia.

“Mi expediente amoroso es una colección de principios. Un paisaje definitivamente inacabado que se extiende entre excavaciones inundadas, cimientos al aire libre y estructuras en ruina; una necrópolis interior que ha estado en obra negra desde que recuerdo”.

El lector se zambulle en el texto y en las diatribas de la vida de la protagonista. La composición de esta colección de principios no es lineal; como un rompecabezas tenemos que empezar por los costados y, ahí, con paciencia, vemos formar figura. Donde la sinopsis deja todo claro la novela produce un desajuste: porque es su ruptura, sí, la ausencia de la madre, sí, la búsqueda de una teoría del tiempo, sí, pero también una propuesta diferente de la ficción autobiográfica y de la experiencia misma de la lectura. Lo novedoso es la manera en que logra converger tan disímiles preocupaciones, y formatos. Utiliza los diagramas de la teoría matemática de conjuntos de Venn, que propone una forma de particular de entender y entrelazar los distintos elementos y sus posibles intersecciones dentro de un universo cerrado, en este caso la vida de la protagonista. Los nombres de los distintos personajes se corresponden a las siglas de los diagramas, por lo tanto, "Yo" es (Y), hermano es (H), madre, (M).

“El amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo”.

Me parece que incluso en ese grado de experimentación es un texto muy sensible e íntimo. Se sale de la superficialidad del ejercicio y ahonda en las posibilidades de entenderse y comunicar. Los dibujos juegan con la necesidad de la protagonista de encontrar un orden en el caos. El trazo es una intuición, no un sistema. Una necesidad, no un artificio.

PLUS: Lo que más me gustó y me llevó justamente a comprar el libro fue la incorporación de los dibujos, como complemento del texto. La autora es artista plástica, así que me interesaba saber cómo unía esas dos prácticas, la de la escritura y la del arte. Además de sus producciones, suma una exhibición imaginaria de distintos artistas como Cy Twombly, que trabajaron con la grafía y la descomposición del lenguaje.

Una última imagen, de una melancolía preciosa.



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