Murciélagos al atardecer | Xi Chuan

Ficha técnica

Título: Murciélagos al atardecer.
Autor: Xi Chuan.
Editorial: Bajo la luna.
Formato: Tapa blanda.
Año de edición: 2017.
Páginas: 116.

Sinopsis

La realidad, en Xi Chuan, es de naturaleza oximorónica; y las apariencias, esencialmente poco confiables, pues detrás de cada cosa se esconde casi siempre su opuesto.
Gran conocedor de la tradición occidental, lector de la Biblia y los evangelios apócrifos, de la tradición visionaria de la poesía inglesa, desde Blake a Yeats, admirador de Ezra Pound, a quien dedicó la tesis con la que se graduó de la universidad de Pekín, Xi Chuan escribe una poesía que se inserta también de manera profunda pero oblicua en la propia tradición.
Es en la posibilidad de tocar lo contemporáneo donde se encuentra el anclaje más profundo y el norte de la poesía de Xi Chuan. En ese sentido, la fantasmagoría, las metamorfosis, la inestabilidad y las paradojas de sus poemas son el correlato de una experiencia tan singular como compleja.

Opinión personal

En una edición meticulosa a cargo de Miguel Ángel Petrecca, Bajo la luna nos trae la primera antología traducida al español de la obra de uno de los grandes exponentes de la poesía china contemporánea. El prólogo introductor nos ofrece un buen marco contextual y crítico para poder internarnos de a poco en este lenguaje tan particular que encontramos en Murciélagos al atardecer; la experimentación con lo fragmentado, la hibridez entre poesía y prosa, su confluencia con la reflexión filosófica, el juego dialéctico entre opuestos son sólo algunos de los matices que caracterizan la lengua de Xi Chuan.

“Esto no es un libro de versos, ni un libro de poemas en prosa, ni un libro de ensayos. Esto son los pensamientos extraños de una persona, acerca de muchas cosas diferentes”, le aclaró el autor a Petrecca sobre su poemario “Saludo”. Es interesante esta articulación estrecha con una pseudo-filosofía que notamos en la poesía de Xi Chuan, y podríamos pensar que sus premisas principales se encuentran esbozadas en “Palabras del águila” (75-93).

Por lo tanto, acercarnos al texto a partir de este “poema” (si es que podemos denominarlo tajantemente así) podría resultarnos una productiva clave de lectura. Ya los títulos de los apartados que encabezan las agrupaciones “estróficas” (que tampoco son tales, dado que la imbricación entre prosa y verso en ellas es profunda, y los límites entre categorías no resultan claros) nos dan una pista sobre las temáticas y preocupaciones que atraviesan la poética de Xi Chuan: “Acerca de lo temible y dañino del pensamiento”, “Acerca de la soledad, es decir del deseo insatisfecho”, “Acerca del falso karma y el verdadero azar en la habitación oscura”, “Acerca de la imbecilidad del bien y la astucia del mal”, “Acerca de mi percepción íntima de las cosas”, “Acerca de la lucha física, de rasgar y morder y de la muerte”, “Acerca de cómo la verdad se manifiesta”, “Acerca de mi vida inútil”. Entonces, ¿cuáles son los aspectos fundamentales del pensamiento subyacente a Murciélagos al atardecer sintetizados en estos ocho grupos?

En primer lugar, la producción de un ambiente asfixiante gracias a la tematización constante de la oscuridad nocturna, la fantasmagoría, la soledad, la nostalgia, la pulsión de muerte, lo Unheimlich (lo siniestro), la abyección, la desolación. Luego de la lectura, el desamparo nos invade:

“Al final es la muerte, no distingue entre unos y otros, entre lo alto y lo bajo. No es la muerte metafísica: es la muerte de carne y hueso: las heridas se pudren, el cuerpo se endurece. Es la muerte de carne y hueso: y de eso formamos parte” (88).

A esto se suma una permanente tensión dialéctica entre opuestos, que se da tanto a nivel formal como en el contenido. En la forma, notaremos (no sólo en “Palabras del águila”, sino en todo el poemario) una mixtura entre la narración prosaica con su disposición y sonoridad fluida y encadenada, y el lenguaje, las imágenes y el ritmo poéticos junto con su organización fragmentada en versos y estrofas. En cuanto al aspecto temático, el oxímoron es la figura retórica que se destaca entre las demás (el título del apartado “Acerca de la imbecilidad del bien y la astucia del mal” es un guiño en este sentido). Podemos verlo claro aquí:

“nadie puede asegurar que al abrir de un empujón la puerta del pensamiento lo que saldrá será una bella mujer o un tigre. Nadie puede asegurar que la belleza no rugirá o el tigre estará desprovisto de ternura” (76).

En un juego con la percepción sensorial, fundamental en la poética de Xi Chuan como modo de fijación de la imagen, se erigen dos oposiciones interconectadas: mujer/tigre y belleza/fiereza. En línea con este procedimiento, e intensificado por la estructura del silogismo, el autor nos propone también una dialéctica de la verdad:

“Demasiado preciso, todo, por ende absurdo. Demasiado absurdo, todo, por ende verdadero. Hacer, por lo tanto, aun más preciso lo preciso, más absurdo lo absurdo, es el camino para que la verdad se manifieste” (89).

Ahora bien, aparecerá aquí una técnica ampliamente utilizada en la poesía occidental hace ya tiempo; esto es, la contradicción, sin nunca arribar a una síntesis resolutiva, recaerá también en el yo poético y, por lo tanto, dará como resultado el desdoblamiento del sujeto, que asume fuertemente la primera persona:

“Este placer que siento en contradecirme: debe significar que he tomado el camino del error. Cada vez que me refuto, alguien se fastidia; por suerte soy yo mismo el objeto de mi negación” (76).

El yo lírico nos muestra, entonces, su “percepción íntima de las cosas” y, al desdoblarse, nos induce al universo del espejo. “Una persona igual a mí pero diferente vive en ese mundo”, se dirá en “Habitación”, exhibiendo esta cara doble del sujeto en la que debemos reparar debido a su riqueza de matices. Es más, podemos rastrear en algunos poemas cierta autorreferencialidad por parte de Xi Chuan como posible vía de lectura de su poesía; por ejemplo, en la selección de “Desgracia” nos topamos con afirmaciones tales como “Yendo contra el viento de la época remontó vuelo” (98) o “En un mundo de ciegos se le ha permitido ver otra realidad” (100), siempre en una posición a contra corriente, en el plano de la contienda.

Por último, quisiéramos recuperar uno de los pasajes más hermosos de toda la antología (presente en “Saludo”), que consiste en una reflexión sobre la belleza y el sentimiento como el sentido de la vida y como destino al que el arte y la poesía deberían aspirar:

“‘Una persona incapaz de sentir es irreal; su lugar de origen, su vida diaria son irreales’. Por eso, nos acercamos a la flor del durazno para agudizar el olfato. Delante de la flor del durazno y otros objetos hermosos, el que no atina a sacarse el sombrero no es nuestro camarada” (36).



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